Conversación
consciente

A veces hablamos mucho, hablamos por hablar, incluso con nosotros mismos, llegando a laberintos sin salida. A veces los pensamientos nos desconciertan, nos hieren sin saber por qué.

Pensar es navegar a través de la mente: hay que sujetar el timón con firmeza y poner rumbo a un destino. Hay que formular las preguntas correctas para recuperar el control de uno mismo. Yo puedo ayudarte a hacerlo, enseñándote a conversar de forma consciente, poniendo atención en cada palabra y en el pensamiento y sentimiento que suscita.

Autoconocimiento y autogestión de la mente

La mente es un complejo y poderosísimo instrumento que, según nuestro posicionamiento, puede facilitarnos el centramiento y una vida satisfactoria o bien, en ocasiones, una perdida de control a todos los niveles.

 Nuestra mente viene a ser como la torre de control de un aeropuerto: a ella llegan todos los impulsos externos que nos hacen reaccionar, los clasifica en función de nuestros patrones de creencias y programa nuestra reacción, que no siempre es la más beneficiosa para nosotros.

Estos patrones de creencias con que trabaja la mente para programar nuestra reacción vienen dados por los comportamientos emocionales aprendidos en nuestro entorno familiar y en la escuela, frecuentemente abusivos desde la manipulación emocional.

No se trata de culpar a progenitores ni educadores, puesto que también ellos, en su momento, fueron víctimas de estos patrones de conducta. El problema es que fueron acríticos y los siguieron perpetuando en sus hijos y en sus alumnos.

Si venimos de una familia en que los progenitores resolvían sus diferencias mediante el diálogo y el razonamiento, nuestros filtros mentales y nuestra respuesta emocional seran muy diferentes que los aprendidos de unos padres autoritarios, iracundos o manipuladores.

Forman parte de estos filtros mentales que condicionan nuestra respuesta emocional las denominadas “ideas veneno”, inoculadas desde la infancia. Por ejemplo: a quien defendía su posicionamiento con vehemencia y no se dejaba manipular podía decírsele: «¡Eres una histérica y nadie te querrá nunca!» O a quien optaba por eludir la discusión: «¡No tienes personalidad y todo el mundo te tomará el pelo!»

De ahí que los más rebeldes puedan llegar a posicionarse en una aparente docilidad que les hace autoagredirse y los más plácidos puedan llegar a hacerlo en una constante combatividad que también les hace autoagredirse. En ambos casos, no son fieles a su naturaleza, ignoran que no lo son, ignoran el porqué y, por tanto, sus respuestas emocionales vienen condicionadas por el entorno, así como su existencia.

Lo idóneo sería que cada uno controlara sus respuestas emocionales y, por tanto, su existencia, desde su propio razonamiento y desde su propia toma de decisiones.

Vemos, pues, que:

Para ello:

Nuestro método de cultivo de la mente

Existen ciertos prejuicios sobre el culto y el cultivo de la mente, asociándolos a personas denominadas “cerebrales”, con escasa riqueza emocional y cierta rigidez de conducta. Esta creencia es totalmente falsa.

La mente, como si se tratara de un músculo de nuestro cuerpo, puede ser conocida, entrenada y su funcionamiento optimizado para nuestro centramiento y bienestar. Ello, claramente, puede enriquecer muchísimo nuestro mundo emocional y ayudarnos a diseñarlo mayor y mejor.

Nuestro método de entrenar la mente consiste, a través de una conversación analítica y crítica, en lo siguiente:

Exposición del problema

Definición del tipo de respuesta ante el problema

Detección de los patrones mentales que motivan la respuesta

Análisis y toma de consciencia del funcionamiento de estos patrones mentales

Análisis de cómo han afectado y afectan estos patrones nuestro tipo de respuesta y nuestra trayectoria vital

Reorganización de nuestros filtros mentales y de nuestras tendencias de respuesta emocional mediante la autocrítica constructiva

Entrenamiento mental mediante el autoanálisis

Seguimiento del entrenamiento en vistas a la consecución del objetivo: control de la propia mente, plena autogestión emocional y liderazgo de la propia vida, aunque las circunstancias externas sigan siendo las mismas que nos impulsaron a iniciar la terapia

Quizás no podamos cambiar nuestro contexto pero, sin duda, podemos entrenar nuestra mente y evolucionar para vivir libremente y mucho mejor dentro de él.