Danza Oriental

La Danza Oriental es una de las danzas más completas y complejas que existen. Preferimos llamarla Danza Oriental antes que Danza del Vientre porque la bailamos con bastantes enlaces de movimientos y desplazamientos, yendo más allá de los tradicionales movimientos del vientre.

Los temas clásicos de la Danza Oriental eran largos y solían incluir las energías de los Cuatro Elementos, sucesivamente, en sus ritmos y melodías con la intención de facilitar el lucimiento de las bailarinas expertas.

Uno de los tópicos de la Danza Oriental es el frenético baile realizado al ritmo de los instrumentos de percusión, como la darbuka o la tabla. Siguiendo el veloz ritmo de los instrumentos, se lleva el movimiento de vaivén de la cadera o del pecho a la máxima velocidad, hasta convertirlo en vibración o “shimi”. Igualmente, se adornan todos los movimientos, desde los de ondulación, como los infinitos de cadera, a los giros, con dicha vibración. También se combinan con cadenas de movimientos muy secos y rápidos, concentrados en la cadera o el torso, o bien recorriendo todo el cuerpo de arriba a abajo y a la inversa. Veamos algún ejemplo:

El baile al ritmo de los instrumentos de percusión es exigente técnicamente, ya que requiere un buen control del movimiento aislado de cada músculo (“aislamiento”) y de la alternancia de contracción y distensión de la musculatura al ritmo de la música. Todo ello se consigue adquiriendo consciencia corporal y con la práctica.

Es una forma de bailar muy energizante para el cuerpo, puesto que los movimientos continuados de vibración, sobre todo si son ascendentes, llenan de energía cada centro energético del cuerpo o chakra, ayudando a liberar zonas bloqueadas.

El otro gran tópico de la Danza Oriental es el baile con velo. Esta modalidad se caracteriza por la presencia de largos desplazamientos, giros y arabesc, inspirados en el ballet clásico. Esta tendencia se inició a principios del Siglo Veinte, cuando la danza Oriental saltó de los cabarets de El Cairo a los estudios cinematográficos egipcios. Esto conllevó la necesidad de establecer unas pautas para los secuencias de baile, es decir: una coreografía.

La danza con velo aporta un buen tono muscular a los brazos, un intenso desarrollo de la percepción espacial, con los largos desplazamientos, un eficaz desbloqueo del chakra cardiaco, con la apertura del torso y el movimiento constante de los brazos.